El
guitarrista de BLACK SABBATH Tony
Iommi ha concedido una nueva entrevista al medio británico Mirror, en la que describe
los tres años que lleva de vida desde que se le diagnosticó un linfoma,
forzándole a él y a la banda a trabajar en torno a su tratamiento. También ha revelado las probabilidades de que su cáncer retorne. Tristemente, son muchas.
“Después de que lanzáramos el álbum, salimos de gira e
hicimos 81 conciertos en 28 países. Lo
disfruté realmente, pero fue duro. Tras la enfermedad estuve verdaderamente
cansado. Cada seis semanas tenía que volar a casa para el tratamiento en el
hospital Parkway de Solihull, a las afueras de Birmingham. Yo estaba conectado
a un gotero para que me llegaran anticuerpos que pararan la prolongación de las
células cancerígenas. Luego tenía que estar dos o tres semanas recuperándome en
casa antes de poder unirme a la banda de nuevo. Tuvimos que planificar todo el
tour en torno a mi tratamiento. Esto equivale a muchos viajes. Y para empeorar
las cosas, los vuelos afectan a mis glóbulos por causa del cáncer. En el
momento en el que llegaba al hotel tenía ansiedad, temblores, todo tipo de
cosas que no había sufrido antes. Era tan malo que comenzaba a preocuparme de
si iba a poder estar bien. Me llevó dos meses recuperarme una vez finalizó el
tour, pero los doctores dijeron: ¿Qué esperas? Te has estado machacando mucho”.
BLACK SABBATH realizó
su último concierto de apoyo a su último álbum, “13”, el 4 de julio de 2014 encabezando el cartel de un festival en
Hyde Park en Londres. Tras él, Iommi publicaba
un vídeo-mensaje agradeciendo a los fans y comunicando que habría un nuevo tour
en el futuro.
“Finalmente terminé mi tratamiento con anticuerpos
este verano. Esto es bueno en el modo de que ahora tengo más energía, pero sigo
sin saber si el tratamiento funcionó, porque tuve dos operaciones diferentes al
mismo tiempo, una en la próstata y otra en los ganglios linfáticos. Tuve
demasiados escaneos el año parado y mucha radiación. De modo que no puedo tener
más exploraciones aún. Cada día me siento a buscar bultos o protuberancias.
Cada vez que me duele el estómago pienso, ‘¡Oh, Dios mío, es el cáncer!’. Es
horrible. Incluso sueño con ello, pero es mi vida ahora. Los médicos me han
dicho que no esperan que el cáncer desaparezca. Sólo hay un 30% de
posibilidades de que se vaya, pero lo más probable es que regrese y lo haga en
cualquier momento. Ahora miro a la vida de otra forma. Podría estar aquí diez
años más o quizás sólo uno, no lo sé”.
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