martes, 23 de junio de 2009

TIM RIPPER OWENS "PLAY MY GAME" (2009). Review by Heavy Metal Fire.


Este es un disco que hay que mirar con lupa por varios motivos. Tras el paso de Tim Owens por JUDAS PRIEST, su prestigio cotizaba al alza, pero su fracaso en su primer intento de liderar una banda propia, BEYOND FEAR, le hizo perder enteros. Poco después, Jon Schaffer se fija en él y le da la oportunidad de reemplazar a Matt Barlow en sus ICED EARTH. La aventura no duraría mucho pues el regreso de Barlow pondría a Owens de patitas en la calle. Yngwie Malmsteen, que andaba por allí buscando la enésima voz que comandara sus composiciones, volvió a ofrecerle trabajo. Pero este disco es de Tim Ripper Owens. Él lo compone con la colaboración de amigos que además ayudan en el álbum, caso de Bob Kulick, Chris Caffery, John Comprix y Mike Callahan. La importancia de este disco estriba en que se antoja como una de las últimas oportunidades de Tim de ganarse un hueco entre los grandes y no ser sempiternamente recordado como el que fuera cantante de tal o cual.

Por otro lado, hay que atender a las colaboraciones. Muchas. En este apartado, casi se podía decir que el elenco de artistas invitados es infinito, siendo estos algunos de ellos y casi todos de relumbrón. Lo más granado de la escena metálica yankee hace piña para relanzar la carrera del artista: guitarristas de la talla de Doug Aldrich (WHITESNAKE), Carlos Cavazo (QUIET RIOT), Mike Callahan (BURIAL), Chris Caffery (SAVATAGE), John Comprix (BEYOND FEAR), Craig Goldy (DIO), Steve Stevens (BILLY IDOL), Michael Wilton (QUEENRYCHE), Bob Kulick (KISS) y Jeff Loomis (NEVERMORE); bajistas como James Lomenzo (MEGADETH), Billy Sheehan (MR. BIG), Dave Ellefson (ex MEGADETH), Tony Franklin (BLUE MURDER), Marco Mendoza (WHITESNAKE), Rudy Sarzo (DIO) y Dennis Hayes (BEYOND FEAR); o baterías tales como Bobby Zarzombeck (RIOT), Vinnie Appice (HEAVEN AND HELL), Ray Luzier (KORN), Simon Wright (DIO) o los músicos de sesión Neil Zaza y Brett Chassen. Todos ellos con un claro objetivo: relanzar la carrera del artista principal. El sello alemán SPV lo sitúa en el mercado.

Prometedor comienzo con “Starting Over”, uno de los mejores temas del disco, que quizá pueda recordar a los SKID ROW del “Subhuman Race”. Un medio tiempo poderoso donde Ripper muestra otras facetas de su grandiosa voz. Con “Believe” comienzan a aflorar las influencias de BLACK SABBATH, sobre todo en los riffs.

Una de las canciones que encuentro más destacadas es “The Cover Up”. No es power metal al uso, sino power metal USA que no es lo mismo, muy en la onda de CAGE o JAG PANZER. Aquí Ripper se desgañita, que no es poco. En este tema tocan Jeff Loomis, que no mete un solo cualquiera, y James Lomenzo.

Con “Pick Yourself Up”, nos adentramos en otros terrenos. Suena un pelín a bandas de cuyo estilo no quiero acordarme, esas que alguien quiso que despuntaran en la primera mitad de los noventa. “It is me” no tiene ni chicha ni limonada, y lo mismo se puede decir de “No Good Goodbyes”, que se hace pesadísima.

Afortunadamente, “The World Is Blind” te saca del tedio gracias, en parte, a los guitarrazos de John Comprix y el bajo de Billy Sheehan. Es el tema que más te pueda recordar a JUDAS PRIEST, sobre todo por su riff clásico, pero incomprensiblemente, se dejan venir abajo la canción en su parte final. De nuevo vuelven a los medios tiempos potentes con “To Live Again”, demostrando que es en este tipo de piezas donde su creatividad alcanza los mayores niveles.

La luz de la factoría SABBATH vuelve a estar encendida en “The Light”, una pieza muy normalita. El homónimo “Play My Game” de nuevo te machaca con unos riffs pesados en un despliegue insulso de potencia vocal. Más rapidez cobra la metálica “Death Race”. “The Shadows Are Alive” te encamina al game over de este “Play My Game”. Con un título así esperaba algún guiño a KING DIAMOND, pero no van por ahí los tiros. Es más bien un tema a lo BLACK SABBATH de la era DIO, donde brilla el solazo. No el que hace estos días sino el que registra Chris Caffery.

Decir que Ripper está espléndido sobra, pero en muchas ocasiones da la sensación de que alarga los registros sin venir a cuento. Por otro lado, si buscabas influjos de JUDAS PRIEST vas mal encaminado. La era Dio con BLACK SABBATH puede ser a lo que más te retrotraiga por momentos un disco en el que también hay cierto tufillo grunge dándote en las narices.

Tim Owens ya demostró con BEYOND FEAR que no es un buen compositor y ahora lo refrenda con este disco que no embelesa nada. Nunca perderé la fe en uno de los dioses de la voz del Heavy Metal, pero con discos así es como para volverse agnóstico. En su favor tengo que decir que al menos me he atrevido a encararlo para meter la review en este blog. Otros con un fenomenal vocalista al frente como Geoff Tate han sacado un último disco (“American Soldier”) que no hay por dónde agarrarlo.


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