“13” es, sin duda,
uno de los discos más esperados de los últimos años. Significa el retorno de la
formación original (casi al completo) de los creadores de un género, de los
padres de una música inmortal. Los fans hemos tenido que esperar cerca de 35
años desde “Never Say Die” (1978),
para volver a disfrutar de un álbum de estudio de la alineación clásica de BLACK SABBATH. Desde entonces, una
infinidad de cambios, sobre todo de vocalistas, marcaron el devenir del
conjunto británico. Entre conatos de grabación y efímeras reuniones que sólo
cristalizaban de cara al directo, por fin, el 11 de noviembre de 2011, el grupo
oficializaba su seria intención de ir a por un nuevo álbum. Una alegría para
sus seguidores que se vería lastrada por el posterior comunicado, en enero de
2012, que destapaba el grave problema de salud del guitarrista de la banda: Tony Iommi tenía un linfoma. Un
terrible diagnóstico que se unía a la negativa de Bill Ward a embarcarse en el proyecto aduciendo desavenencias en el
plano económico. Esto hacía presagiar que todo podría irse al garete. Bill Ward dejó un hueco vacío en la
foto. O se lo hicieron dejar. De modo que, con tres miembros originales; Ozzy Osbourne, Tony Iommi y Geezer Butler,
más la adición del batería “invitado” Brad
Wilk (RAGE AGAINST THE MACHINE, AUDIOSLAVE), quien se hace cargo de las
baquetas en la grabación, tenemos un nuevo trabajo que se registra entre agosto
de 2012 y enero de 2013 con Rick Rubin
como productor. Y en medio de todo esto, Iommi
batallando contra el cáncer.
La
edición normal de “13” consta tan
sólo de ocho temas, u ocho gemas. Se abre con la extensa “End Of The Beginning”, que inmediatamente nos sumerge en su
universo musical. Su primera parte evoca a los comienzos del grupo, puro doom.
Ese inicio lento, tan habitual en muchas composiciones de la banda, no podía
cerrar las puertas del infierno donde Tony
parece traer sus personalísimos riffs. Si bien, la banda comenzó a darse a
conocer por este sonido, aquí lo tienes en su máximo esplendor, poniendo de
relieve que Iommi es un genio y sabe
para quién está elucubrando la música en función de quién sea su cantante. Un
disco de BLACK SABBATH con Ozzy tiene
que ser así.
“God Is Dead?”, el primer tema
que anticipó la banda y que próximamente será estrenado en su versión videoclip,
es una mastodóntica composición. Nuevamente rebasando los ocho minutos,
presenta al conjunto en su más absoluta grandeza. Y a Tony Iommi en estado de gracia. El bajo de Geezer se mantiene atronador en muchos compases de un corte que suena
épico y grandioso, y que culmina en un apoteósico tramo final.
Tras
dos canciones largas, de una genialidad abrumadora, “Loner” exhibe un esquema más sencillo y una duración menor. Es más
roquero y tiene sus cimientos en los siempre férreos riffs a los que nos tiene
acostumbrado el hacha de la banda. Estilísticamente, se han mirado cientos de
bandas en una composición así y dentro de la discografía de la banda inglesa
podríamos encontrar reminiscencias de canciones como “NIB”. Además, oír a Ozzy
eso de “All Right Now”, suena tan
familiar como escuchar al malogrado Ronnie
James Dio algo como “Look Out”. Y
es que me niego a hablar de BLACK
SABBATH sin recordar al maestro, que contribuyó, y mucho, en que esta banda
no se fuera a la mierda en su día.
Hecha
de otros mimbres está “Zeitgeist”, una pieza que se podría equiparar a clásicos
como “Planet Caravan” o “Solitude”. Esa risa, entre malévola y
demencial, tan característica de Ozzy,
introduce una pieza más tranquila provista de guitarras acústicas y cantidad de
matices. Incluso el tratamiento de la percusión es diferente. Es uno de los
temas en los que ya se aprecia claramente el influjo del blues, pero también
del jazz si atendemos al solo de guitarra.
Con “Age Of Reason” regresan los riffs, y
si no fuera por una producción de corte más contemporánea, ya estaríamos
metidos de nuevo en la máquina del tiempo viajando a 40 años atrás. En esta canción,
le doy especial importancia al rendimiento de Brad Wilk, que hace un soberbio trabajo tras los parches.
Los
creadores de “Children Of The Grave”
o “Hole In The Sky” acometen
seguidamente con “Live Forever”, un
tema que bien pudiera recordar precisamente a los cortes anteriormente
mencionados. Estamos ante una canción muy heavy, el más directo del álbum, cuya
catarata de riffs dificultará sobremanera que puedes permanecer impasible.
En
“Damaged Soul”, la banda bebe directamente de sus raíces. Sin perder la aureola
doom típica en las composiciones de BLACK
SABBATH, esta canción devuelve el lado más bluesy de los de Birmingham, sobre todo en el tramo final.
Asimismo, Ozzy toca algo: la armónica.
El
colofón lo ponen con “Dear Father”.
Pesada y poderosa. Otra vez con reminiscencias de los primerísimos BLACK SABBATH, con esas atmósferas que
ellos supieron crear antes que nadie. El bajo de Geezer vuelve a tener una presencia especial y los riff de Iommi despuntan en los compases finales
de un tema que acaba de manera similar a como comenzaba un clásico llamado “Black Sabbath”; con el sonido de la lluvia
y el tañer de las campanas. Ese era el tema que abría su primer vinilo y que
daba arranque a la carrera del grupo. El tema que daba comienzo a todo. Pues
esos efectos evocadores rematan un álbum con el quizás se esté cerrando un
círculo. Parafraseando parte del primer tema de este álbum: “¿Es este el final del principio?”. Parece
que sí, que el final es un principio. “¿O
el principio del final?”. Esperemos que no. Larga vida a BLACK SABBATH. ¡Qué grandes son!
Discográfica: Vertigo.
Listado de
temas:
1. End Of The Beginning
2. God Is Dead?
3. Loner
4. Zeitgeist
5. Age Of Reason
6. Live Forever
7. Damaged Soul
8. Dear Father
Buena reseña
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