Si defendemos al director John Howard Carpenter como un clásico del cine del terror, defendemos bien. Desde aquí hasta las costas de California, “The Fog” (1980) es una de sus obras más aclamadas, haga frío o haga calor, llueva o nieve, o nos engulla la niebla. Este film sobrenatural, con violentas muertes señaladas, en las que no brota ni una gota de sangre, nos sumerge en una nube indisoluble que nos envuelve hasta salir de lo más empañados de su escalofriante historia.
Aquí nuestro homenaje, que es diminuto en comparación con el que el propio director rinde a propios y extraños en esta cinta. No escatimó en referencias a su bagaje, a sus amigos y a sus héroes. Por ejemplo, el nombre del protagonista que interpreta Tom Atkins se hace llamar Nick Castle, que es el nombre del actor original en el rol de Michael Myers dos años antes en “Halloween”. Otro de los personajes es Dan O'Bannon, que recibe su nombre del co-guionista de “Dark Star” (1974), la primera película dirigida por Carpenter. Otro de los papeles es el del asistente del Padre Malone, un tal Bennett Tramer. Debajo del contador de la máquina gasolinera, también se puede leer “Bennett”. La verdad es que estas alusiones a este nombre se deben a que, en la vida real, era un amigo de Carpenter, y el cineasta volvió a recurrir a él como ya hiciera en “Halloween” (1978). Sin embargo, en esta ocasión, aquí quien interpreta a un totalmente secundario Bennett fue el propio John Howard, quien, además, tenía su propio conjunto musical: THE COUPE DE VILLES. Esa banda es la que se menciona en la radio al principio del film. A esto se le llama amor propio. Se dice que Elizabeth Dane era una antigua novia; en la película, era la goleta maldita. Aquí ya no hay tanto amor.
Otro dato curioso es el que se aprecia al leer los nombres de los barcos atracados en el puerto. El primero es “Hyperio” (me viene a la mente Dan Simmons y “Los Cantos De Hyperion”); el segundo, “Lady Laura” (dos años antes, Carpenter escribió el guion de “The Eyes Of Laura Mars”) y el tercero, oculto parcialmente, no es “Halloween” como he leído por ahí en un importante portal de cine. Se descifran dos palabras y la última es “Queen”.
Además, profesa mucha admiración hacía sus referentes, otros autores que le han calado más que la envolvente niebla de su relato. Si rueda parte del film en Bodega Bay, nos revolotean en la mente los pájaros de Hitchcook al ser el mismo emplazamiento. Si el médico que va a examinar un cadáver se llama Dr. Phibes, nos hace una mueca Vincent Price con ese papel que interpretó dos veces. Pero siempre hay alguien detrás, alguien que plantó la semilla. Y creció el terror. De los jugosos tallos del engendro botánico bebieron muchos. Y el señor Carpenter chupó como un glotón. “Todo lo que vemos o creemos ver, ¿no es solo un sueño dentro de un sueño?”. Así, de primeras, nos golpea en toda la frente con esa cita de Edgar A. Poe, uno de sus maestros. Seguidor de Poe fue Lovecraft, de quien John Howard es un declarado admirador. Con menciones como Whateley, el arrecife de Arcom (comparte homofonía con la palabra “Arkham”) o el cementerio de Morgantown (¿Francis Morgan?) referencia el legado de H.P. Y no nos olvidemos del señor Machen, que bien podría ser un recuerdo a Arthur Machen, que en su época fue famoso por su influyente ficción terrorífica y sobrenatural. Ahora nos asalta esta pregunta: ¿Por qué el líder de la cuadrilla espectral se llamaba Blake?
Entre tanto homenaje, le faltó uno a Christopher Lee, el deseado. Indisponible en el momento de la filmación, no pudo interpretar al Padre Malone, por lo que se contó con los servicios de Hal Holbrook. Más factible fue proporcionarle trabajo a su esposa, Adrienne Barbeau, para quién escribió específicamente su papel. Entre tanto horror, el amor de verdad es lo que tiene, no matas a tu pareja ni en la ficción, ni la dejas que ligue con otro. A ella se la encomendó hacer de locutora de radio. Se dice que en esa emisora de radio sonaba música jazz porque las tasas a pagar eran más asequibles que si se hubiera tenido que afrontar el abono de royalties de música rock. No obstante, conocemos los gustos de Carpenter y, en cuanto a música se refiere, siempre supo elaborar las bandas sonoras de sus películas él solito. A pesar de todo esto, el mundo del rock duro no se olvida de “The Fog”.
Es por esto que ahora nos toca a nosotros rememorar el guiño que algunas bandas le han hecho a esta película, el reconocimiento que el mundo del metal le rinde al film de Carpenter. El film arranca con una icónica escena que no estaba prevista en un principio, pues el resultado inicial de 80 minutos parecía quedarse corto. Algo había que sacarse de la manga, por lo que se añadieron más escenas para alargar el metraje. Una de ellas fue la introductoria, cuando el anciano capitán, Mr. Machen, cuenta una historia de fantasmas a unos fascinados niños al calor de una hoguera. Su discurso arranca con “11:55. Almost midnight! Enough time for one more story…”, el mismo que recogen los germanos THE VISION BLEAK en su tema “Elisabeth Dane” (nombre de la embarcación principal de la historia). Metal gótico para una historia gótica. Sin salir de Alemania, FAIRYTALE lanzan un tercer álbum llamado “Army Of Ghost”, y en ese ejército de fantasmas no dejaron de lado los espectros del “Elizabeth Dane”. Quizá sean los mismos que ilustran la portada del álbum.
Cuando los vecinos de la localidad se preparan para las celebraciones de su centenario, comienzan a sucederse fenómenos paranormales. En un momento dado, el hijo de Stevie, la locutora de la radio local, le entrega a su madre un trozo de madera que encontró en la playa con la palabra “DANE” inscrita. De manera sobrenatural, la tabla empieza a supurar un agua que, al entrar en contacto con el reproductor de cintas hace oírse una voz jurando venganza. Es cuando la frase “Seis deben morir” aparece en la madera, justo antes de que inexplicablemente irrumpa en llamas. Al sofocar el fuego, vuelve a figurar la palabra “DANE”. La advertencia era clara, seis deben morir…
“Six Must Die” es una canción de EARLY MAN (Heavy Metal), proyecto del multi-instrumentista estadounidense Mike Conte, cuyas letras evidencian la ineludible conexión con el film: “Estos vientos están trayendo demonios / De nuevo “La Niebla” se acerca / Se vuelve más fina y revela fantasmas de hombres / Ganchos dibujan la venganza de pecados anteriores / Náufragos engañados por la luz del fuego / Cosas extrañas chocan en la noche / Venganza mientras el cadáver se alza / Date cuenta de que los seis deben morir”. Realizando un ejercicio de la misma índole encontramos a los atenienses WOLFCRY (Power-thrash) y su “6 Must Die”: “Hace mucho tiempo su barco se estrelló contra las rocas / Nadie sobrevivió, los leprosos tuvieron que morir...”. Sin embargo, hay otros que le procuran la muerte a la media docena sin texto de por medio. De esta guisa, los germanos SWATH (Death-doom-crust) presentan el tema “6 Must Die”. Aquí el enlace no es sólo el título de este corte instrumental, sino que se percibe todo un tributo a John Carpenter y a su trabajo como compositor, adornándose con el uso de esos sintetizadores.
A medida que avanza la niebla, corremos a presentar al Padre Malone, uno de los personajes esenciales en este relato. Él era el reverendo del pueblo costero. De manera extraordinaria, descubre el revelador diario de su abuelo. Es cuando comprende la cabronada que le hicieron a Blake, un pudiente desgraciado, pero pudiente. Un acaudalado leproso que pretendía establecer una colonia cerca para enfermos de lepra. Y fueron a por él. Ni es oro todo lo que reluce, ni era un faro lo que se divisaba entre la niebla. Provocado el accidente y fallecidos todos los navegantes, los seis conspiradores que urdieron la matanza saquearon el oro del barco para darle vida a la ciudad. Una vida que, cien años después, debía ser arrebatada: en número de mismas vidas que debían ser arrebatadas: en número de seis. Y los canadienses BLOOD OPERA (Hard-heavy), quienes también se postulan como una banda afín al cine de terror, recordaron, con la participación de la actriz Adrienne Barbeau, al cura con “The Ballad Of Father Malone”. El mismo que supo darse cuenta de lo que se avecinaba al leer el diario.
Un extracto del diario del abuelo de Malone rezaba lo siguiente: “20 de abril. Nos reunimos los seis esta noche. Desde la medianoche hasta la una planeamos la muerte de Blake y sus camaradas. Me digo a mí mismo que el oro de Blake permitirá que se construya la iglesia y que esta comunidad se convierta en un municipio, pero no aplaca el horror que siento al ser cómplice de asesinato”. Todo por el oro de Blake. Con esta premisa en la cabeza, la banda luxemburguesa SERPENT BITE (Heavy Metal) lanzan su single, “Blake’s Gold”, con una alusiva portada, el 1 de febrero de 2025. La fecha coincide con el cuadragésimo quinto aniversario del estreno de la película. Un homenaje calculado y preciso, no cabe duda.
De entre los bancos de niebla ya se contempla algo que brilla con luz propia: ha caído una maldición sobre Antonio Bay. Para entenderla hay que remontarse a lo acaecido cien años atrás, a 1880. Desde Seattle, A GRAVE FOR A SMALL BIRDS (Melodic Post-Black Metal) aportan su punto de vista con “Antonio Bay 1880”. Lo propio hacen THE GRAVE (Doom Metal) desde Argentina con “The Curse Of Antonio Bay”.
Otra banda que aborda la trama con más dedicación son los norteamericanos BURN THE CHAPEL (Stoner-doom), que en su primera demo dedicaron cuatro temas a “The Fog”, todos ellos conjuntados bajo el título genérico de “The Curse Of The Elizabeth Dane” (“I. Monster Of Man”, “II. Mother Fogger”, “III. Hannibal Lee” y “The Colassapus”). Del mismo modo que los germanos LORD VIGO (Epic doom metal), ya que uno de sus álbumes se llama “Six Must Die”. Aparte de que basen su inspiración tanto en la portada como el título, el trabajo recogía tres canciones que bailan en consonancia con el film. Léase, “Elizabeth Dane”, “Six Must Die” y “21 April 1880”.
Para finalizar recordamos que “hay fiestas y fiestas”; la de Antonio Bay, la cual conmemoraba el centenario de la localidad no era sino una farsa, ya que estaban honrando a unos asesinos, como aclaraba el acojonado reverendo al cerciorarse de cómo estaba el percal. Y si tú, que lees esto, puedes contarlo dentro de una centuria, podrás celebrarlo igualmente, pero tendrás las mismas pintas, o peores, que los fantasmagóricos tripulantes del Elizabeth Dane. Aclarado queda también. Suerte, ¡y que el Padre Malone os pille confesados!
Diego González.
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