“The Soundhouse Tapes” fue el primer material que se comercializó de IRON MAIDEN. Publicado el 9 de noviembre de 1979, se trata de una demo de tres canciones grabadas en Spaceward Studios los días 30 y 31 de diciembre de 1978 de un modo un tanto precipitado. Obviamente, los temas incluidos muestran una cara más primigenia y cruda con respecto a las versiones por las que todo el mundo llegó a reconocerlas. Esas canciones fueron “Iron Maiden”, “Invasion” y “Prowler”. Sin embargo, se grabó un cuarto tema, “Strange World”, que quedó excluída ya que a la banda no le agradó el resultado.
La historia de esta demo comienza a tomar fuerza cuando llegó a manos de un DJ llamado Neal Kay, que dirigía un club londinense llamado Bandwagon Soundhouse. Fascinado por la música, reprodujo la cinta con tal asiduidad que “Prowler” alcanzó el primer puesto de las listas de Soundhouse, publicadas en el magazine Sounds. Luego acabó en manos de Rod Smallwood, que se hizo mánager de la banda y principal valedor del fichaje del grupo con EMI Records. Aunque, antes de esperar a ver los resultados de su futura colaboración con la discográfica multinacional, quisieron lanzar ese material de manera independiente, bajo el sello Rock Hard Records, nombre propiedad de la banda con el que bautizaron su autogestión comercial. En honor al club de Kay, lo titularon “The Soundhouse Tapes” y según recordaba Steve Harris, en la biografía de Mick Wall “Iron Maiden: Run To The Hills, The Authorised Biography”, su publicación era absoltamente necesaria: “Allá donde íbamos nos iba muy bien con los conciertos, los fans siempre preguntaban cómo hacerse con alguno de nuestros discos; cuando les decíamos que no teníamos, no podían creerlo. Al vernos en la lista de éxitos de ‘Sounds’ daban por hecho que teníamos algún tipo de contrato discográfico. No era así. Así que preguntaban cómo hacerse con una copia de la cinta. Fue ahí cuando se nos ocurrió lanzar esa demo como un disco real”.
Una vez en el estudio, Harris recuerda que no sabían qué esperar, pues se trataba de la primera vez: “Sólo queríamos que el ingeniero fuera lo bastante bueno como para grabarnos. Eso era todo. Fuimos con una actitud un poco ingenua y, a decir verdad, todo salió bastante bien. Las canciones ya iban rodadas, no tuvimos que hacer muchos arreglos, ya que las tocábamos siembre en vivo. Sabíamos lo que teníamos que hacer. Sólo era cuestión de si nos iba a dar tiempo. Pero entramos y grabamos las pistas muy rápido. Creo que la mayoría salieron de una sola toma”.
El mismo libro sigue desgranando datos reveladores, como que la banda debía volver al estudio a regrabar y arreglar ciertas partes, pero sus intenciones quedaron en agua de borrajas. Esta vez en palabras del guitarrista Dave Murray: “Nos querían sacar 50 libras más por el máster y no las teníamos en ese momento. Y cuando volvimos, dos semanas más tarde, ¡ya habían borrado el máster y puesto otra cosa encima! No nos lo podíamos creer. Así que, al final, tuvimos que publicarlo tal y como estaba, que era todo de esa loca sesión en Cambridge en Nochevieja”.
En defensa de tal acto, Mike Kemp, ingeniero de Spaceward, se excusaba del siguiente modo: “Éramos tan pobres como ellos y tampoco podíamos permitirnos conservar cintas de 60 libras para cada banda... Hacíamos lo que podíamos: creo que por 5 libras a la semana las guardábamos hasta que se pagaban o hasta que el grupo decidía no conservarlas más, por ejemplo, tras una remezcla. Es de suponer que no adoptaron esa opción”.
Una vez en circulación, “The Soundhouse Tapes” tuvo un gran éxito. Atentas a lo que se cocía, grandes distribuidoras quisieron encargar un buen número de copias. Sin embargo, la banda sólo despachó 5.000, 3.000 de ellas vendidas por correo. Discográficas de renombre como HMV y Virgin intentaron hacerse con 20.000. Según Rod Smallwood: “En ese momento nos podríamos haber forrado. El EP era nuestro, no de EMI, y podríamos haber ganado lo suficiente para saldar nuestras deudas, si hubiéramos querido, incluso ya podríamos estar entrando en los charts”. Pero Smallwood tenía claro que no querían decepcionar a los fans que se habían tomado la molestia de intentar hacerse con la copia por correo. Ellos eran los primeros. “Ya lo haremos bien con EMI”, sostenía el mánager.
En realidad, la tirada de este material se agotó en pocas semanas. Es por esto que “The Soundhouse Tapes” obtiene ahora un gran valor como objeto de coleccionista.
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