BARÓN ROJO "VOLUMEN BRUTAL" (1982).



En febrero de 1982 se pondría a la venta “Volumen brutal”, con una cubierta diseñada por Juan Luis Botella y una contraportada con una foto de Martin J. Louis en el Marquee londinense.



Parte de la historia de este disco gira en torno a la figura de Ian Gillan. Cuando el vocalista fue a actuar a Madrid brindó la oportunidad de utilizar sus estudios (los Kingsway londinenses) a una prometedora banda de rock duro que tenía que grabar su segundo Lp: Barón Rojo. El éxito de la anterior obra, “Larga Vida Al Rock N´ Roll”, que obtuvo el Disco de Oro, proporcionó al grupo una posición privilegiada en cuanto a lo económico, en vistas a una continuación con más presupuesto. Las demos de “Volumen brutal” vaticinaban un álbum sensacional. Era cuestión de jugársela y, Antonio Ortega (de Zafiro), arriesgó.



Los Barones fueron la primera formación nacional de Heavy que se abrió paso en Inglaterra, cuna del Heavy Metal y paraíso de los metaleros en plena eclosión de la NWOBHM. Otro personaje importante en esta historia fue Robert Mills. Él fue el principal artífice de que los madrileños tuvieran como invitados a gente como Bruce Dickinson, John Sloman, Mel Collins o Colin Town; el metal hispano ya sabía lo que era descargar en el Marquee Club, en Greyhound o tocar en agosto de ese año en el Reading Festival (al lado de Iron Maiden, Gary Moore, Twisted Sister, Marillion y M.S.G), así como telonear giras británicas como la de Hawkwind. Incluso los madrileños ya copaban portadas como la de la publicación inglesa Kerrang! Todo esto, sumado a la acogida del público inglés les impulsó para poder alzarse en la cúspide.



Este impacto en Inglaterra supuso que el disco se grabase en castellano e inglés (el sello Kamouflage se encargó de distribuir la edición inglesa por toda Europa). Todo el proceso en los estudios de Ian Gillan se llevó a cabo en menos de dos semanas. De allí salieron clásicos imperecederos. Todas y cada una de las canciones que conforman “Volumen brutal” son himnos, desde “Incomunicación” a “Las flores del mal”, desde “Resistiré” a la instrumental “El Baron vuela sobre Inglaterra” (y vaya si volaba). “Los rockeros van al infierno” sonaba en todas las discotecas estatales. “Concierto para ellos” era otro temazo que tributaba a las grandes pérdidas del género y dejaba entrever de dónde había venido todo. Pero sin duda, los principales protagonistas fueron José Luis Campuzano ‘Sherpa’, Armando y Carlos de Castro, y Hermes Calabria, que habían dado vida a un disco histórico; insuperable en lo que a metal nacional respecta, y ahí sigue... Ha vendido más de 2 millones de copias en todo el mundo.


HAMMERFALL "NO SACRIFICE, NO VICTORY" (2009). Review by Heavy Metal Fire.


Bajo el sempiterno mecenazgo de Nuclear Blast, la habitual mano de Charlie Bauerfeind en el equipo de producción y unos Hammerfall con ilusiones renovadas, se gesta la nueva obra de los suecos: “No Sacrifice, No Victory”.


La edición de esta obra ha venido rodeada de un aura de expectación tras la marcha de dos componentes que llevaban una década en la banda. Asimismo, nunca había pasado tanto tiempo entre la publicación de un disco y otro de Hammerfall por lo que en ese intervalo quisieron saciar la sed de los fans con “Masterpieces”, un recopilatorio con las versiones que había hecho el grupo.


Por un lado, el virtuoso bajista Magnus Rosen dejaba la banda (mucho estaba durando el tío) aduciendo al poco margen creativo que le quedaba siendo miembro de Hammerfall, una banda con los esquemas musicales perfectamente definidos: Heavy Metal que te crió. No se devanaron mucho los sesos en busca de un reemplazo y reclutaron nuevamente al bajista Fredrik Larsson, que ya grabara con ellos “Glory To The Brave”, ópera prima de la banda, y que curiosamente fuera sustituido por Rosen en 1997. Larsson es un bajista menos versátil pero igualmente eficaz.


Por el otro, y esta baja sí que era sorpresiva, el guitarrista Stefan Elmgren también decía adiós poco después. Se sumaba así la pérdida de otro miembro que pilotaba, pero este pilotaba de verdad, tanto que se fue a currar de piloto de aviones en unas aerolíneas danesas. El resto de la banda sigue con la ferretería; por los martillos y tal...


Bromas aparte, el nuevo guitarra solista, Pontus Norgren, proviene de la escuela hardrockera sueca y ha pasado por bandas como Talisman y más recientemente The Poodles, a quienes dejó en la estacada para, según sus ex-compañeros, despacharse a gusto en un estilo más acorde a sus gustos musicales. La verdad es que da nuevos bríos a los solos de la banda.


Una vez hecho el preámbulo, desgranemos una a una las piezas que se esconden, una vez más, tras una cubierta donde Hector (particular “Eddie” de Hammerfall) ejerce el protagonismo absoluto: la de “No Sacrifice, No Victory”. Abren fuego con “Any Means Necessary”, tema que ya dejaran como adelanto. Un riff simplísimo pero superefectivo que Hammerfall lleva tiempo prestado de Manowar desemboca en un estribillo de lo más pegadizo. Y es que en esto de crear himnos metálicos los escandinavos son unos maestros.


Con “Life is now” continúa la fiesta y nunca mejor dicho, ya que es la canción más festiva del álbum. Esta pieza representa una novedad dentro del sonido de los suecos, pues estamos, y no es coña, ante un tema de Hard Rock melódico. Quizá se les haya pegado algo del nuevo miembro, ya que está composición es más afín a las tesituras musicales de The Poodles que a las de los propios Hammerfall. Esto no desacredita para nada su valía. Es un gran tema pese a salirse de los cánones habituales de Hammerfall.


A golpes de guitarra nos adentramos en “Punish And Enslave”, donde el Heavy Metal campa a sus anchas. La única pega que se le podría poner a este tema es que tiene un riff similar al de “Let the hammerfall” de su segunda entrega “Legacy of Kings”.


Una introducción que hace un guiño al “Powerslave” de Iron Maiden” es el punto de partida de “Legion”, otro temazo de Heavy en la más pura tradición de bandas como Iron Maiden o Helloween, pero con el sello personal de Hammerfall en un estribillo 100% marca de la casa.


En mitad del viaje nos encontramos “Between two worlds”, la única balada del álbum. Lejos quedaron ya los tiempos en los que nos deleitaban con dos temas por disco provistos de un cariz más lento y emotivo. Quizá sea uno de los temas más flojos del disco y con él se produce un bajón cualitativo. Cabe reseñar que el ejercicio de teclados viene ejecutado por Jens Johansson (Stratovarius), hermano de Anders, batería de Hammerfall.


Vuelven a poner las cosas en su sitio con “Hallowed be thy name” (nada que ver con Iron Maiden). Es un tema de puro Heavy Metal que se sustenta sobre un riff ideal para menear las greñas, los pelos, la coleta, o dificultar el aterrizaje de moscas si tu azotea está desprovista de cabello.


“Something for the ages” es el corte instrumental del disco. En anteriores entregas, las piezas instrumentales eran tarea de Stefan; él se las guisaba y él se las comía. Ahora, en su ausencia, parece ser que va a ser Pontus el que las firme, como da que pensar este caso. Pocas veces acojo de buen agrado las instrumentales pero las de Hammerfall me atraen especialmente. Esta no es una excepción.


El corte homónimo del disco es todo un himno, una canción que posiblemente perdure largo tiempo en sus repertorios en directo. Rezuma el clásico sonido de los suecos por los cuatro costados.


Si a estas alturas del álbum alguien dudaba de que con los cambios en la formación su música iba a diferir de la de tiempos pretéritos llega “Bring the hammer down”; otro tema hímnico con un épico estribillo, otro martillazo de puro heavy-power metal. Y es que con esta sucesión de piezas metálicas, ¿cómo no iba a caer el martillo? “Hammerfall”, “Let the Hammerfall”,... son parte de su repertorio clásico y este corte bien podría llegar a serlo. Como les de por tocarlas todas en vivo...


“One of a kind”, la décima canción, nos devuelve las melodías clásicas de la banda y cierra el listado de canciones propias que la banda nos lega en “No Sacrifice, No Victory”. En ella, el ya ex-guitarrista Stefan Elmgren deja su impronta en la composición.


El punto y final lo pone una versión. Que Hammerfall es una banda muy dada a tributar a las bandas que les han influenciado es algo más que evidente y esta vez han querido recuperar la costumbre de incluir un cover en el disco. Los suecos, normalmente, han abordado temas ochenteros de bandas parejas a su propio sonido, pero mirar hacia los setenta y atreverse con una versión tan manida como el “My sharona” de The Knack lo único que puede llegar a causar es sorpresa. Se puede decir que está bastante respetada, aunque como no podía ser de otro modo tiene el toque distintivo de la banda. Aún así, no pega para nada en el álbum (mejor hubiera estado en la cara-b de un single) y menos mal que la han colocado al final.


Después de cuajar una sensacional obra con “Threshold”, “No sacrifice, No Victory” viene a revalidar las buenas sensaciones que dejó su predecesor, pero no lo supera.


Resumiendo, estamos ante un álbum que está a la altura de lo que se espera de la banda; con un sonido clásico y fresco a partes iguales, sin recurrir a la autocopia pero manteniendo vivas las señas de identidad de la banda.

ANGELUS APÁTRIDA, Sala Berlín, Cáceres, 28-03-09.

Como es costumbre en los conciertos de este tipo de locales, el show no arrancó a la hora prevista, de modo que a eso de las doce de la noche saltaron a la palestra Ángelus Apartida, uno de los principales exponentes del movimiento dado a llamar “New Wave Of Spanish Thrash Metal”, término que, curiosamente, fue ocurrencia de ellos mismos.


Se vaticina el final de la calma cuando Guillermo Izquierdo (cantante y guitarrista), David García (guitarrista), José Izquierdo (bajista) y Víctor Valera (batería) se posicionan en el reducido escenario. Desde el comienzo con “Vomitive” (un tema que me recuerda enormemente a Testament), el grupo expone todo su poderío a la vez que enseña al personal toda una lección de cómo hacer Thrash Metal clásico sin sonar caducos. “In The Heart Of Nations” es el segundo corte con la que nos deleitan al que le sigue mi tema favorito de ellos, “The Calm”, una canción que lo único que tiene de sosegado es el título y que espero perdure por siempre en sus repertorios. La velocidad musical alcanza cotas aún mayores con “Energy” para regocijo de la concurrencia, que se la ve disfrutar de lo lindo.


Tras comenzar con cuatro temas de su último disco, llegaba el primer recuerdo de su anterior obra con “Backbone Crusher”, otro temazo que aúna los ingredientes básicos para erigirse como esencial. “Fuck You” es otro ejemplo de por qué Ángelus Apátrida es quizá, la banda más señera del revival thrash que se vive desde hace unos años en nuestro país.


Poco a poco, iban dejándose caer temas como “Corruption”, “Give ´em war”, “So unjustly” o “The Thornmaker”. Thrash Metal elaborado, en la más pura tradición de bandas como Megadeth o Testament, arropados por una voz superefectiva y fortalecidos por una actitud encomiable sobre el escenario.


Llegamos ahora a la interpretación del primer cover de la noche, precisamente de Megadeth: “Five Magics”, una canción que les queda bastante bien en directo y, ya que los huestes de Mustaine no la tocaron en su última venida, pues mejor que mejor.


Ya nos íbamos adentrando en la recta final y aquí ni bises, ni leches: todo del tirón. “Never Forget”, “Versus The World” y “Hereditary Genius” continúan la senda marcada desde el inicio: tralla sin descanso con unas letras que chirrían en el oído musical de lo políticamente correcto. Pero esto no podía acabar ahí y la aclamada “Thrash Attack” alimentaba más el ya de por sí disfrute del personal.



Cuando todo parecía llegar a su fin con “Thrash Attack”, la banda rescató un tema que, como el propio Guillermo quiso recordarnos, llevaban tiempo sin tocar. Se trataba de “Domination”, el tema de Pantera con el que honran con hondura el legado de Dimebag Darrell (tanto esta versión como la de Megadeth no figuraban en el set-list previsto). Con ella se ponía el punto y final a una actuación de la que uno se va plenamente satisfecho por lo acontecido y, dicho sea de paso, atendiendo a la relación calidad-precio, uno de los mejores shows que he visto en mi vida: sólo 6 euros.