jueves, 2 de septiembre de 2010

LA RELIGIÓN DEBE APRENDER DEL HEAVY METAL. Por Heavy Metal Fire.


Cuando un religioso de profesión raja sobre el Heavy Metal, resulta ineludible a mi atención: algo curioso tiene que haber en el asunto. En esta ocasión, un artículo publicado en Telegraph.co.uk en el que se refleja la interesante reflexión de una religiosa acerca de nuestra música. Rachel Mann, sacerdotisa ella, quien se encuentra al frente de la iglesia de St. Nicholas, en Manchester, es la protagonista de una teoría de lo más sorprendente.


La Iglesia debe comulgar con el Heavy Metal y en tal comunión los cristianos aprenderían mucho sobre la vida. Este es el mensaje que encierra la noticia publicada por el prestigioso rotativo británico siguiendo el dictado de Miss Mann, cuyas conclusiones no tienen desperdicio.


Primero hace una distinción entre un heavy y un religioso. El fan del Heavy Metal conoce “la teología liberadora de la oscuridad” al tomar contacto constante con la música “maligna”, lo que le permite estar más relajado al encarar lo peor de la naturaleza humana. Sin embargo, un acólito se lo tomaría más en serio y eludiría el envite.


La religiosa admite que muchos se sentirán abominados por canciones que alaban a Satanás y que se regodean del cristianismo, pero insiste en que es sólo una simulación, una representación, puro teatro. El metal invita a la cristiandad a esquivar sus miedos hacia lo salvaje y lo ridículo.



Su acojonante tesis, no exenta de conocimientos y, si se quiere, provista de un transfondo antropológico, debe dejar anonadados a los lectores de Church Times, publicación religiosa donde escribe Miss Mann y donde se encuentra tal revelación. “Desde que, efectivamente, Black Sabbath lo creara en 1969 basándose en el sonido discordante del medieval ‘acorde del diablo’, el Heavy Metal se ha considerado como tonto, torpe, en ocasiones satánico, no proclive para un debate inteligente, pero nos dirige a una reflexión teológica”.


La más oscura y heavy de las músicas puede aleccionar a la Iglesia. “Sus letras no tienen miedo de enfrentar la muerte, la violencia y la destrucción”, explica la religiosa, que no se corta en calificar a los metalheads de “agradables, acogedores y elegantes”. Este último adjetivo en clara alusión a las ‘pintas’. Al parecer le encantan los tatuajes y piercings.


Prosigue señalando propiedades enriquecedoras, como que la música es una disposición con la que tratar los temas nihilistas y, en ocasiones, puede ofrecer a sus fans un espacio para aceptar a los demás de una manera que avergonzaría a muchos cristianos.



“La negativa del metal para reprimir las sombrías y violentas verdades de la naturaleza humana libera a sus seguidores para ser más relajados y más alegres”. Todo esto se da porque “el metal no tiene miedo de la oscuridad humana”. Ese punto que alcanzan los heavys sin dificultad es el que tienen que superar los creyentes. Imaginamos que para así superar sus miedos y pone como ejemplo el tema “Abortion” de Slayer y coge prestada la frase “I’ll take the devil any day, hail Satan” (“tomaré el diablo cada día, saludo a Satán”), de la cual insiste en que es sólo una figuración.


Su acercamiento al mundo del metal va más allá de una mera teoría y nuestra protagonista ha hecho sus pinitos en el terreno práctico. Miss Mann fue hace nada y menos al Sonisphere inglés, donde vio tocar a Iron Maiden. Sin recato alguno, equipara un concierto de Heavy Metal con “La Fiesta de los Locos”, que se celebraba en Inglaterra en la Edad Media y en la que “el exceso y la anarquía” se les permitía por un día.


Asimismo, la religiosa muestra preocupación por la gente de su gremio, ya que considera que han hecho su fe “demasiado razonable y ordenada” y debería regirse por unos parámetros más pasionales. Con ello no quiere meterse con el sentido de humor de los suyos, pero considera que se toman todo demasiado en serio, incluso cuando se están divirtiendo.


El artículo se remata con la intromisión cultural de Martin Beckford, artífice del mismo, que nos recuerda que ha habido bandas defensoras del cristianismo como Stryper antes y Evanescence después, pero insiste en que pocas han obtenido un éxito abrumador, mientras que por el contrario, el uso de la imaginería anticristiana o satánica tanto en letras como cubiertas de discos ha reportado importantes réditos a muchas bandas.


El periodista culmina su discurso rememorando a los seguidores noruegos de Black Metal que en la década de los noventa quemaron docenas de iglesias.


Toda esta tesis me sugiere una decena de conclusiones:


01. Somos unos valientes sin saberlo.

02. Los religiosos son unos cagones.

03. Siempre quise conocer “el secreto del acero”. Ahora resulta que lo que he aprendido es la “teología liberadora de la oscuridad”.

04. Los curas no deben sentirse ridículos al hacer headbanging.

05. No necesitamos ir a misa, la misa tiene que venir a nosotros.

06. Y yo pensaba que las canciones que iban de Satán hablaban completamente en serio… Esta mujer me acaba de dejar anclado en la más profunda desolación.

07. Slayer están casi siempre de coña.

08. ¿Que las pintas de los heavys son elegantes…? ¿No será una invitación para cambiar el atuendo religioso?

09. ¿La Fiesta de los Locos? ¿Edad Media? Clásico soy, pero no sabía que tanto.

10. Al señor Beckford: No hacía falta recordar los actos vandálicos y el odio exacerbado de algunos fanáticos noruegos, el artículo era de lo más simpático.

2 comentarios:

  1. ¡Qué chorrada! y ¡qué malo es el aburrimiento!

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  2. Esta tia toca la guitarra en un grupo de Heavy Metal.

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